La casa...
" En una casa abandonada el deterioro procede de manera lenta pero inexorable, el polvo se acumula, las paredes sin calefacción, empiezan a absorber el frío del invierno y el calor del verano; sin la renovación de aire, el calor y la humedad transformaran la casa en una sauna, los estucados se agrietan y caen en forma de polvo; al poco tiempo empieza también el mortero, se desprende de las paredes y cae al suelo con batacazos cada vez más consistentes, como cuando del tejado cae la nieve en el momento del deshielo. Mientras, por las ráfagas de viento o por algún gamberro aburrido, los cristales también acabaran hechos añicos. Los cambios metereorológicos son ahora más potentes, lluvía y viento penetran sin barreras asi como rayos encendidos y montones de hojas, papelajos, trozos de plástico, ramas, acompañados por todo tipo de insectos...
Así, la que un día fue una bonita casa, es ahora un edificio habitado sólo por espectros, a nadie se le pasa por la cabeza abrir esa puerta: demasiado peligroso, las continuas filtraciones han podrido el forjado, basta un poco de peso mínimo para caer al piso de abajo. El suelo se derrumba y arrastra consigo todo lo que un día fue la vida de la casa: se desploman uno tras otro muebles, jarrones, platos, vasos, macetas, álbumes de fotos, abrigos, zapatos, zapatillas, libros de poesía, fotografías de los nietos, recuerdos de viajes.
Durante aquellos largos meses, la imagen del deterioro de la casa siempre estaba presente en mi mente, visualizaba una habitación y después la veía derrumbarse, no de golpe sino poco a poco..."
"Escucha mi voz"- Susana Tamaro